Portugal detecta Xylella en cítricos por primera vez en la Unión Europea
Portugal ha confirmado por primera vez en la UE la presencia de la bacteria de Xylella en cítricos y con una subespecie –la X. fastidiosa fastidiosa- muy raramente descrita para este cultivo. A esta enfermedad, cuya lucha es catalogada como “prioritaria” por la normativa de la UE, hay que añadir otra amenaza igualmente situada en el ‘top 20’ de los patógenos foráneos con mayor impacto económico, social y medioambiental: la consolidación del foco de ‘Mosca oriental de la fruta’ (Bactrocera dorsalis) detectado este pasado verano en el sur de Italia, que también afecta a cítricos.
Una tercera enfermedad “prioritaria” acecha desde 2018 a este cultivo, esta vez desde la ribera sur del Mediterráneo, en Túnez. Un reciente estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) acaba de demostrar, con modelos matemáticos y de manera irrefutable, que este hongo –reiteradamente detectado en partidas importadas de Argentina o Sudáfrica- es perfectamente capaz de asentarse en las zonas mediterráneas europeas. Dada la gravedad de la situación generada por estas y otras amenazas de primer orden para el sector –como la presencia de los dos vectores del HLB en Portugal (Trioza erytreae) y en Israel (Diaphorina citri)- el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) habla abiertamente de que el sector citrícola español vive en “un estado de alerta fitosanitaria permanente”.
Los resultados del laboratorio luso apuntan a que los cítricos afectados por la Xylella fastidiosa podrían haber sido infectados por la subespecie fastidiosa, distinta a la multiplex que afecta a los almendros de Alicante pero que también está presente en Mallorca. Dado que esta subespecie se asocia a la enfermedad de Pierce en la vid y a la quemadura foliar del almendro en América y no a la Clorosis Variegada de los Cítricos –que se vincula con otra, la pauca, también presente en Ibiza y en Italia- se trataría de un subtipo que raramente afecta a los cítricos. La X. fastidiosa fastidiosa, de hecho, sólo había sido descrita excepcionalmente por algunos autores para ciertas especies de rutáceas.
La Xylella es un patógeno bacteriano transmitido por vectores –muy abundantes en todas las zonas citrícolas- y asociado a enfermedades graves en un amplio rango de vegetales. Más de medio millar de plantas pueden ser hospedantes de la enfermedad –la mayoría silvestres, otras tantas ornamentales y algunos frutales- pero hasta el momento en los cuatro países europeos donde se había confirmado (Italia, Francia, Portugal y España) sólo se había detectado en 174, ninguna de ellas de la familia de los cítricos. Cada subespecie tiene ‘predilección’ por un tipo de plantas, produciendo síntomas en ellas que pueden ser similares o diferentes, de ahí la importancia de una determinación genética fidedigna.
De idéntica gravedad podría catalogarse el nuevo foco de Bactrocera dorsalis confirmado en el sur de Italia este verano. No fue la primera incursión en la UE pero sí la más relevante. La ‘Mosca oriental’ se detectó también en la región de Campania ya en 2018 y se produjeron posteriores hallazgos en Francia. La monitorización llevada a cabo en el país transalpino ha permitido confirmar ahora que el insecto se está multiplicando en campos de naranjas y otros frutales de la zona.
La ‘Mosca oriental’ es de la familia de los tefrítidos, a la que también pertenece la ‘Mosca del Mediterráneo (Ceratitis capitata) –que es endémica en las zonas citrícolas españolas- pero es si cabe más agresiva y polífaga. La coexistencia de ambas agravaría los problemas de resistencias que ya se dan con los pocos fitosanitarios autorizados, dispararía el gasto en tratamientos, obligaría a investigar y diseñar una lucha biológica distinta a la ya implementada para la ‘Ceratitis’ (basada en la suelta de machos estériles y uso de feronomonas) y podría provocar nuevas restricciones a la exportación.
A estos patógenos cabría añadir otro igualmente catalogado como “prioritario”, la ‘Falsa polilla’ (Thaumatotibia leucotreta). El CGC ha venido denunciando reiteradamente y así lo trasladó como miembro de Intercitrus a los representantes de la Comisión Europea (CE) en noviembre, que el cold treatment aprobado en junio para las importaciones de naranjas de países con Falsa polilla fue incumplido por Sudáfrica durante su última campaña de exportación. Según se aclaró también en la referida visita a València, las temperaturas exigidas no se aplicaron ni se monitorizaron donde determina la norma –en la pulpa de la fruta- sino a la temperatura ‘ambiente’ del contenedor (por lo que el tratamiento no es efectivo).
Una quinta enfermedad también en el ‘top 20’ de las de mayor impacto es reiteradamente detectada en los controles portuarios europeos a las importaciones de cítricos de Argentina, Sudáfrica o Brasil: la ‘Mancha negra’ (Phyllosticta citricarpa). En 2019, tras muchos años de debates científicos y algunos estudios (promovidos por Sudáfrica) en los que se negaba su capacidad de adaptación al Mediterráneo, el hongo fue detectado en fincas de cítricos de Túnez. Un reciente artículo del IVIA, que ya había apuntado anteriormente que sí era capaz de hacerlo, ha acreditado en colaboración con el Instituto Superior de Agronomía de Chott Mariem de Túnez que “el clima no supone un factor limitante para el establecimiento y diseminación de esta enfermedad” en la zona mediterránea. Las conclusiones del estudio, en el que se simularon mediante modelos matemáticos infecciones en todas las regiones citrícolas, son ahora ciertamente incontestables.
Estrategia europea De la granja a la mesa
La estrategia europea ‘De la granja a la mesa’ –derivada del Pacto Verde aprobado por la CE- mantiene unos objetivos cuantificados de reducción del 50% del uso de los plaguicidas químicos en ocho años. Desde comienzos de este siglo, se han introducido en la citricultura española hasta 16 plagas y enfermedades foráneas. El CGC coincide en este sentido plenamente con la postura expresada en el Consejo de Ministros de Agricultura de la UE del pasado 20 de diciembre, que exigió a la CE una evaluación complementaria del impacto de esta medida.
Efectivamente, comparte la necesidad de racionalizar los pesticidas pero reclama que, dada la gravedad de los daños provocados por los patógenos ya conocidos y los que amenazan con llegar, antes se evalúen las consecuencias que la eliminación de materias activas tendrá, no solo para el control de plagas –por mermas, pérdidas económicas y caídas del rendimiento- sino por las resistencias que puedan generarse (al repetir tratamientos con las pocas sustancias que queden).
En segunda instancia, reclama medir y armonizar los tiempos de transición para compaginar el avance de la lucha biológica, aún incipiente, con la paulatina retirada de estos productos.