En lo que se refiere a la cadena de valor, esta ha de ser equilibrada, transparente, inclusiva y resiliente. Para ello, los actores implicados han de tener un reparto equitativo que permita cumplir con los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) y conseguir una economía circular que integre a las explotaciones familiares, basada en la investigación e innovación, favoreciendo los productos locales y de temporada, los mercados campesinos y la agroecología. El suelo agrícola debe ser protegido, sobre todo en las zonas periurbanas y los seguros agrarios deben ser potenciados, así como el ahorro energético y las energías renovables.
Por otro lado, la producción alimentaria debe estar en equilibrio con la naturaleza. Desde una posición de respeto hacia el medio ambiente, la resiliencia y el empoderamiento de las personas que se dedican al sector agroalimentario cobran un papel primordial frente a un mundo globalizado y sometido al cambio climático. El modelo productivo debe ser capaz de generar rentas dignas y unas adecuadas condiciones de trabajo, incorporando a las mujeres al sector y protegiendo a los trabajadores frente a los elementos tóxicos y contaminantes empleados en la producción. A este respecto, el conocimiento científico, la innovación y el acceso a la digitalización deben ser herramientas básicas para el desarrollo del marco productivo que propone el Libro Blanco de la Alimentación Sostenible en España, además de una profunda consideración por la agroecología y la pesca sostenible.
Este primer Libro Blanco sobre la alimentación sostenible en España no tiene todas las soluciones, pero sí es un punto de partida para lanzar un debate sobre cómo debería ser la alimentación en 2030. Medidas concretas dirigidas a facilitar la transición hacia un sistema alimentario sostenible desde un punto de vista sistémico. Es parte de la solución porque la alimentación es mucho más que alimentos, es un todo vista con el prisma filosófico del desafío de la reflexión y de no quedarse en el aspecto más cotidiano que encierra. Es también salud, agua, ciudades, ecosistemas, terrestres, clima, educación, empleo, industria, igualdad y el resto de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta dimensión múltiple de la alimentación la convierte en un eje estratégico para trabajar de manera sistémica todos los ámbitos de la sostenibilidad. También, eje transversal de trabajo y de ideación de un nuevo habitar.
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