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Representantes de organizaciones agrícolas concluyen en València que la agricultura familiar es el futuro de la alimentación mundial

Diferentes representantes de organizaciones agrícolas y campesinas de todo el mundo se reunieron ayer en València para debatir en la mesa redonda «¿Cómo alimentar al mundo? El problema del acceso a la tierra en la agricultura campesina y familiar». Un evento que se llevó a cabo en el marco de la reunión Comité del Seguimiento del Foro de las Luchas por la Tierra y los Recursos Naturales (FLT) que está celebrándose en el Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS) durante los días 20 y 21 de abril. 

El debate estuvo centrado en las dificultades de los pequeños productores y pequeñas productoras para acceder a los recursos naturales y cómo eso está provocando el éxodo y el abandono de su actividad. En esta mesa redonda participaron Massa Koné (portavoz de la CGLTE-AO, Mali), Fanny Métrat (ganadera y activista de la Confederation Paysanne, Francia) Alberto Broch (presidente de COPROFAM y la vicepresidente de CONTAG, Brasil) y Juan Clemente (representante de CCPV-COAG, España). Las personas ponentes explicaron de primera mano los problemas específicos de sus países en cuanto al acceso a la tierra y los recursos naturales por parte de los pequeños agricultores y agricultoras.

Iñaki Liceaga, del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI), ejerció la moderación del evento e introdujo la temática explicando que el Foro se centra en analizar el origen de los alimentos que dan de comer a la población mundial. «Queremos saber qué modelo de producción es él que puede sostener a largo plazo nuestra alimentación porque respeta los territorios y los ciclos naturales, sin perder de vista que tiene que hacer frente a los desafíos actuales», dijo. Además, Liceaga puso en contexto el debate sobre la agricultura con dos opiniones contrapuestas en estos momentos. «Por una parte, hay quien defiende que la agricultura campesina y familiar es ineficiente para alimentar a una población que no para de crecer, que hay que eliminarla y dejar paso a las grandes explotaciones intensificadas, a una agricultura industrial al 100%. Por otra parte, los datos revelan que el 70% de la población se alimenta gracias a la agricultura campesina y familiar y esta usa de manera más eficiente los recursos naturales», explicó antes de lanzar las preguntas clave del debate: «¿cómo afectaría la desaparición de la agricultura campesina y familiar? ¿Es verdad que solo las grandes empresas agrícolas intensivas podrán soportar la demanda de alimentos?»

Los datos de los diversos ponentes y sus experiencias desde diferentes puntos del mapa apuntan a un gran peso de la agricultura familiar. Massa Kone aseguró que «la agricultura campesina y familiar es la que emplea al 60% de las personas en África». Por su parte, Alberto Broch afirmó que si la agricultura campesina y familiar desaparece en Brasil, «será un desastre, no solo desde la pérdida de la soberanía y seguridad alimentaria, sino también desde el desarrollo de la cultura y la identidad» y añadió que «el 70% de América Latina se alimenta de la agricultura familiar indígena». Desde una perspectiva europea, Fanny Métrat relató que «Francia y Europa han perdido el 70% de campesinos y campesinas desde el lanzamiento de la PAC» y que esta es la consecuencia de subvencionar a grandes inversores en una clara apuesta por la agricultura industrial». Finalmente, Juan Clemente quiso poner el foco sobre las consecuencias de la agricultura industrial: alimentos que viajan kilómetros con la contaminación que supone, dependencia de agroquímicos, pérdida de biodiversidad, despoblación del mundo rural, etc. Para resaltar que «una cosa es llenar estómagos y otra es alimentar personas, son cosas diferentes».

Los efectos de la pandemia en los diferentes territorios y la situación de inseguridad alimentaria centraron otra buena parte de las intervenciones. «Es evidente que la restricción de movimiento ha generado un impacto en la venta de productos y ha agravado la crisis alimentaria, sobre todo habla de productos de primera necesidad», aseguró Massa Koné. Por su parte, Alberto Broch afirmó que el cierre de mercados ha dañado a los productores y las productoras locales que se han endeudado más, pero, por otra parte, se ha generado la oportunidad de la venta online. En este mismo sentido, Fanny Métrat apuntó la injusticia de que se cerraran los mercados, mientras que las grandes superficies no tenían ninguna restricción para vender sus productos. Relativo a la crisis de la Covid-19 y de la guerra de Ucrania, Métrat puso de manifiesto que «en tiempos de crisis es la pequeña agricultura la que soporta el peso, el factor humano nunca podrá sustituirse por los números». Por último, Juan Clemente apuntaló la importancia de la agricultura campesina y familiar también por lo que aporta en aspectos como el cuidado de la biodiversidad o redes de solidaridad que no se crean con otros sistemas.

Los diferentes ponentes afirmaron que la agricultura y ganadería local se han beneficiado y aumentado ingresos durante las restricciones en los casos en los que tenían diversificada la venta de sus productos y asumiendo la logística, incluso con venta a domicilio. Asimismo, consideran que se ha extendido en la sociedad el debate sobre la necesidad de una transición ecológica real y la necesidad de recuperar la soberanía alimentaria, no depender de alimentos kilométricos que, ante una restricción de movimiento, dejan de llegar, suben los precios o como ahora, con la guerra de Ucrania, dejan de producirse. A su vez, Fanny Métrat explicó su desilusión al pensar que iba a ver un cambio de modelo de consumo, «la gente empezaba a cocinar más productos frescos al estar en casa», pero conforme se relajaban las restricciones «hemos vuelto a las malas costumbres».

Para concluir, todas las personas que participaron en la mesa redonda afirmaron que es necesario aumentar la participación de los campesinos y campesinas en la creación de políticas públicas, pero también de las personas consumidoras. Iñaki Liceaga cerró el evento asegurando que «esta es una lucha de las personas productoras, pero también de las consumidoras, es una lucha social».