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Opinión: Emergencia navideña en el campo valenciano

En estas fechas tan señaladas, pues se acerca la navidad, no paran de llovernos regalos, regalos por llamarlos de algún modo. En esta nuestra Comunidad Valenciana donde se apoya y fomenta la agricultura y la ganadería sostenible con un extenso plan de Agricultura Ecológica, conservación de razas autóctonas y apoyo a las zonas rurales.

Donde el Cap i Casal es Capital Mundial de la Alimentación y donde la vida del campo fue motor económico, se nos presenta un futuro oscuro. Las administraciones y la agroindustria global parece que remen en la misma dirección y en su navegar están ahogando a la agricultura familiar. Esta semana nos ha comunicado que no se prorrogarán las ayudas de agricultura ecológica, las razas autóctonas y las zonas desfavorecidas. Con lo cual, los y las productoras veremos mermada nuestra renta y nuestra subsistencia. Esto afecta muy especialmente a los y las jóvenes que acaban de o buscan instalarse en el mundo agrario y más especialmente en el rural. A ello tenemos que sumar un continuo encarecimiento de las primas de los seguros agrarios y el reajuste de aportación monetaria de nuestra administración, unos precios muy bajos e incluso ridículos en origen de nuestros productos, unos tratados de libre comercio que inundan el mercado con productos de la agroindustria, y un crónico abandono del mundo rural. Este libre comercio que tanto se cacarea es una falacia, pues no es libre ni es comercio, es impuesto y es saqueo.

Cuando la agroindustria controlada por dos, tres o cinco grandes grupos comerciales estornuda el campesinado entra en coma. Cierto será seguramente que estos recortes se deban a la infrafinanciación de la administración
autonómica y a la enorme deuda (45000 millones de euros) que llevamos arrastrando de aquellos gobiernos corruptos y despilfarradores. Que no hay dinero para todo lo sabemos, pero igual se podrían recortar de otras partidas.

Con todo ello y ante la emergencia climática, una cuestión innegable es que si alguien lleva años padeciendo y denunciando somos las personas que vivimos en el rural, duplicamos el volumen y carga del Puerto de Valencia. El puerto es esa megaestructura comercial que por un lado devora con sus infraestructuras la poca huerta que queda y transforma el litoral, y por otro es el coladero de todas esas mercancías libres de aranceles que están inundando los mercados. Por no haber reciprocidad, por no haber controles sanitarios y por no haber un mínimo de ética, este comercio libre global, destruye el medio ambiente y destruye la vida rural. ¿ Cuándo vamos a evaluar realmente la huella ecológica de ese comercio, y navegación en general que llega a nuestras costas de la mano de estos tratados tan liberales ?. Recientes estudios nos dicen que un crucero de los que llegan a nuestras costas y campan por el Mediterráneo contamina lo mismo que un millón de coches. Y luego algunos hablan de los pedos de las vacas o los tractores.

Estos tratados de libre comercio imparables, ahora se van a completar con las negociaciones con Australia y Nueva Zelanda y se espera que se empiece a trabajar a mediados de 2020 con África,ante esto solo podemos decir pobres de nosotros/as y pobres africano/as.

Frente a este liberalismo comercial que nos deja en coma, nuestra administración nos receta más burocracia, más trámites y más controles, parece que quieran aburrirnos hasta que abandonemos la actividad agraria. Inspecciones, condicionalidad, teledetección, monitoreo, controles de campo, REGEPA, todo ello supone modificaciones de SIGPAC, incidencias en trámites y mas tramites. Retrasos o pérdida de Pago Básico. Además sumado a la caótica situación de las OCAPAS y la carencia de técnicos ahoga aún más a los y las productoras y provocará más abandono de la actividad agraria y en consecuencia abandono de los pueblos y el rural en su conjunto. ¿Que no es
suficiente que seamos la comunidad autónoma con mayor abandono de tierras? ¿Queremos batir el récord? A esta marcha para cuando el lobby valenciano en Bruselas comience a trabajar no va a quedar ni el apuntador.

Como muestra un botón, pongámonos a hablar de apicultura, esta nuestra comunidad ha sido en muchísimas cuestiones vanguardia mundial en este sector (como en otros), tenemos las primeras pinturas rupestres de apicultura del mundo en Bicorp, fuimos precursores de la trashumancia y tenemos junto a los demás territorios del estado algunas de las mejores mieles del mundo. Ante esto tenemos una legislación que nos expulsa de nuestro territorio como es el caso de la pinyolà, una discriminación en cuanto a las agroambientales, y para más inri la sequía y adversidades climáticas han creado el peor año de la historia con una pérdida media de entre el 30 y 40% de colmenas y una cosecha ridícula. Por el puerto entran miles de toneladas de miel sin aranceles de terceros países con fitosanitarios aquí ilegales y los precios de mercado no dan ni para pagar los costes de producción. Con toda esta situación la Conselleria ni nos recibe, llevamos 4 meses esperando una respuesta.

Frente a todas esta situaciones desde la Coordinadora Campesina de País Valenciano - COAG apoyamos, reivindicamos y defendemos el modelo de agricultura y ganadería familiar garante y custodio de la vida en el rural y el medio ambiente en su conjunto, exigimos precios dignos para vivir y una estabilidad socio-económica que permita frenar el abandono de tierras y pueblos. Por ello y en coordinación con todos los territorios apelamos a las movilizaciones a nivel estatal que se están fraguando para enero. Pues en nuestra respuesta y movilización esta el futuro de nuestra forma de vida, de la ruralidad, de una alimentación sana y saludable y de la biodiversidad.

Caminemos hacia la soberanía alimentaria conjuntamente, productore/as y consumidore/as.

  •  No a los tratados de Libre Comercio.
  •  No a la derogación de los planes de fomento de la agricultura ecológica, razas
  • autóctonas y zonas desfavorecidas.
  •  No a la burocratización del campo.
  •  No al exterminio de la agricultura y ganadería familiar y los pueblos.

Por el respeto al medio ambiente los pueblos y sus gentes, hay que organizarse.