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Incendios

* Patricio Simó.

La primavera ha traído el primer gran incendio del año en la provincia de Castellón y Teruel con más de 4.000 hectáreas calcinadas. En el momento de redactar estas líneas, el fuego sigue activo y ha rebrotado con fuerza, obligando a desalojar tres poblaciones y a confinar una cuarta: Caudiel.

En Fontanars dels Alforins, el Tarahumara Trail que se iba a celebrar este domingo con más de un millar de participantes ha sido finalmente suspendido debido al alto riesgo de incendio en la zona. El Centro de Coordinación de Emergencia de la Generalitat ha decretado la alerta 3 de riesgo extremo de incendio forestal en toda la Comunidad Valenciana, prohibiéndose cualquier actividad en terreno forestal.

La primavera y el verano van a ser especialmente complicados este año debido a las altas temperaturas y a la extrema sequía que venimos padeciendo, con un monte muy seco y sucio de matorral y malezas. Un cóctel perfecto para la propagación de los incendios forestales.

Si a eso añadimos que el monte sigue sucio, que no se permite el pastureo que actuaba como un cortafuego natural y, además, que los cortafuegos tampoco se han limpiado, el resultado es el de un año muy crítico en el monte español, el poco que va quedando.

Inevitable es hablar del cambio climático y la aparición de incendios de sexta generación que escapan al control humano, devastando todo lo que encuentran a su paso, que no solo es materia vegetal, también multitud de animales que se ven apresados entre las llamas y mueren calcinados.

En 2022, España fue el país de la UE con más hectáreas quemadas, concretamente 298.000 hectáreas fueron pastos de las llamas. El peor año desde que se tienen estadísticas.

Poco se ha hecho desde entonces para evitar un escenario similar. Las partidas de las Comunidades Autónomas destinadas a prevención se recortan, como en el caso de Castilla y León o no se ejecutan como ha ocurrido en la Comunitat Valenciana. Sigue habiendo municipios en nuestra propia comunidad que carecen de un plan forestal.

Las plantillas de brigadistas carecen de material y de medios suficientes para afrontar el trabajo diario de limpieza de montes y de extinción de incendios. Plantillas que se contratan solo para los meses de verano, cuando la prevención debe empezar mucho antes.

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