Por ello, desde Global Nature insisten en la necesidad de una planificación hidrológica con medidas de adaptación al cambio climático, fundamental para garantizar el futuro de la agricultura española. “Acompañadas de una revisión del sistema productivo el actual, porque con el nuevo paradigma este es inviable”. Desde la entidad insisten en la urgencia de que la planificación se haga “desde la nueva realidad climática, sin al aumento del consumo de agua con nuevos regadíos y garantizando la adaptación al cambio climático”.
Restricciones
Este año se prevé que la cosecha de cereal sufra pérdidas irreversibles en 3,5 millones de ha, el 60% de las explotaciones: o por ejemplo, la cosecha de aceituna y frutos secos en Andalucía será espera un 80% por debajo de lo normal, según COAG.
En este contexto, resalta el precio medio del agua de riego, que ha aumentado entre 2017 y 2021 un 15%. “El regadío se enfrenta a los límites materiales de la disponibilidad de recursos hídricos en España. Aunque la eficiencia y modernización de los regadíos se ha priorizado, esto no supone una disminución en el consumo en tanto que sigue aumentando la superficie irrigada”, en palabras del experto de Global Nature quien añade: “La paradoja de Jevons, que establece que cuanto más eficiente se vuelve el uso de un recurso, mayor es su demanda, se aplica a la agricultura”.
Desde el final de los años 1960, la superficie de regadíos ha aumentado en un 170%, y en 2021 la superficie regada en España representó un 22,9 % de la superficie de cultivo, con los 3,7 millones de hectáreas. En algunas regiones el aumento ha sido muy marcado, como en Castilla-La Mancha o Andalucía, donde se ha incrementado en un 64,7% y un 44,1% respectivamente en los últimos 25 años.
“No hay agua para tanto cultivo y, además, se detecta la extensión a modos de producción con mayores necesidades hídricas, como el olivar superintensivo o el aguacate. Pese a que en la actualidad el 70% de los regadíos cuentan con sistemas eficientes (riego por goteo), se permite la expansión de los regadíos, que se benefician de fondos para la modernización, facilitando un aumento en la demanda”, apuntala Ramírez. Con todo, los planes de adaptación Nacional aciertan en asignar caudales ecológicos que restringen las dotaciones actuales.
“En añadido, sobreponiéndose a la tendencia actual, el consumo de agua por superficie aumentará lógicamente debido al coctel de mayor calor y menor precipitaciones, es decir, por la evapotranspiración. Los planes hidrológicos han sido formulados con tendencias de aumento de la evapotranspiración muy conservadoras, y sin poner coto a la tendencia de extracción que conduce al agotamiento de los recursos hídricos. A medida que la sequía y las lluvias torrenciales erosionan y desertizan el suelo, este pierde su materia orgánica y la capacidad de absorber y retener agua, así como su fertilidad natural”.
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