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El Centro de Investigaciones sobre Desertificación participa en un trabajo que analiza los impactos del cambio climático en la cuenca mediterránea

Un trabajo en el que participa el Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), centro mixto del CSIC, la Universitat de València y la Generalitat Valenciana, analiza los impactos del cambio climático en la cuenca mediterránea.

El estudio, que aparece publicado en la revista BioScience, concluye que las políticas y actuaciones a escala local pueden jugar un papel primordial en la lucha contra el cambio climático en los ecosistemas mediterráneos, en los que el abandono rural, el incremento de la interfaz urbano-forestal y la degradación litoral son procesos clave.

Los autores son los investigadores Juli G. Pausas del CIDE y Millán Millán Muñoz, director emérito del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM) de la Generalitat Valenciana y centran el foco en la cuenca mediterránea, que abarca el sur de Europa y el norte de África, una zona considerada crítica debido a su biodiversidad, al cambio climático que ha causado que el calentamiento de la región sea superior al promedio mundial y a su alta densidad de población. Además, el mar Mediterráneo es el mar interior más grande del mundo y, por tanto, sus cambios ambientales y sus alteraciones del ciclo del agua tienen consecuencias que afectan a una buena parte de la población mundial.

El abandono rural, el incremento de la interfaz urbano-forestal y la degradación litoral influyen en el cambio climático

Juli G. Pausas explica que “el estudio que hemos realizado detecta tres procesos clave en los ecosistemas mediterráneos que ocurren a escala local y a menudo no son considerados en los modelos predictivos globales basados en cambios en el clima: Primero, el abandono rural en un entorno con una fauna herbívora autóctona depauperada; esto aumenta las áreas de monte, pero también la abundancia y continuidad del combustible que alimentan los incendios forestales. Segundo, el incremento de la interfaz urbano-forestal; esto aumenta la degradación de la biodiversidad como, por ejemplo, la introducción de especies exóticas, la probabilidad de incendios y la vulnerabilidad de la sociedad a los incendios. Y tercero, la degradación costera, que aumenta la sequía a través de procesos de retroalimentación negativa; es decir, la desecación de las marismas costeras, la deforestación para la agricultura y, más recientemente, la explosiva urbanización costera, han reducido drásticamente los ecosistemas originales y, por lo tanto, el agua disponible para la brisa marina que antaño alimentó la lluvia en la parte superior de las montañas.”

Según el estudio, sería necesaria la incorporación en los modelos predictivos climáticos y de distribución de la vegetación de estos tres procesos locales, junto con los agentes globales, para comprender los cambios dinámicos en la región mediterránea. “Su incorporación en los modelos climáticos permitiría aumentar la resolución espacial de los escenarios climáticos futuros y comprender y predecir mejor su impacto en los ecosistemas mediterráneos”, concluye M. Millán.

La importancia de los agentes a escala local, que se pone de manifiesto en este trabajo, sugiere que las políticas y acciones locales pueden marcar una diferencia en la reducción del impacto general en el paisaje y la sociedad.

Pausas J.G. & Millán M.M. 2019. Greening and browning in a climate change hotspot: the Mediterranean Basin. BioScience 69: 143-151. DOI: 10.1093/biosci/biy157.