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CERAI propone modificar los patrones de producción y consumo para reducir el desperdicio de alimentos

Mañana 29 de septiembre se celebra el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos, declarado por las Naciones Unidas para difundir y crear conciencia sobre este importante problema. Se considera desperdicio alimentario la comida que se tira una vez ha pasado las fases de producción, transformación, envasado y transporte. 

Mientras que en el mundo hay 700 millones de personas que pasan hambre, casi mil millones de toneladas se desperdician al año. En España se tiran casi 8 millones de toneladas de alimentos al año. «Esto evidencia que el sistema alimentario actual tiene un problema muy notable y es que, mientras en algunos países existe escasez de alimentos, en otros existe una sobreoferta que acaba en un enorme desperdicio», explica la presidenta del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI) Edurne Caballero. 

Además, cabe destacar que un informe de la FAO sobre pérdida y desperdicio de alimentos apunta a que el desperdicio alimentario contribuye al cambio climático. Toda esa cantidad de alimentos que no llegan a ser consumidos producen gases de efecto invernadero, utilizan tierra, agua, energía y otros insumos y contribuye a la contaminación de los suelos por el uso de pesticidas, así como a la pérdida de biodiversidad. «Atajar el desperdicio alimentario no es solo una cuestión de solidaridad con el resto del mundo, también con el planeta, que cada vez tiene menos recursos y sufre más con las prácticas de la gran industria agroalimentaria», apunta Edurne Caballero. 

Desde CERAI explican que la solución más efectiva pasa por «modificar los patrones de producción y consumo para abordar el problema de manera estructural». «Esto se conseguirá principalmente a través de la reducción sistemática de la producción de excedentes, que es la principal fuente de pérdidas y desperdicio de alimentos en todas las etapas de las cadenas de suministro», aseguran desde la entidad especializada en soberanía alimentaria. 

Edurne Caballero relata que «acortar la cadena de suministro asegura alargar la duración de lo producido. De hecho, con cadenas de suministro cortas, locales y de pequeña escala, los alimentos duran más para el consumidor, ya que hay menos pasos y menos posibilidades de desperdicio». Algunos estudios han puesto de relieve cómo las cadenas de suministro cortas, agroecológicas y locales (como las ventas directas, los mercados de agricultores, la organización de consumidores y productores, las entregas a domicilio y otras formas) reducen los niveles de desperdicio.

Para reducir el desperdicio, CERAI propone a distribuidores y hostelería mejorar su planificación para ajustar la oferta a la demanda real, territorializar su aprovisionamiento, revisar los criterios de calidad alimentaria para evitar el desecho estético, pagar siempre precios justos a las personas productoras para que no desechen por falta de viabilidad económica o la recuperación y reciclaje de alimentos de diversas formas.

A pequeña escala, y teniendo en cuenta que más de la mitad del desperdicio se produce en los hogares, la dietista-nutricionista de CERAI Virginia Caballero aconseja la elaboración de un menú semanal y una lista de la compra para optimizar las adquisiciones. También afirma que «debemos priorizar alimentos de temporada, frescos y de producción local». «Otro truco es mantener ordenada la nevera y la despensa para consumir siempre primero los alimentos más antiguos. Además, si es posible, es mejor comprar a granel para adquirir solo las cantidades necesarias y, por último, la cocina de aprovechamiento siempre es una buena idea para salvar sobras o productos a punto de vencer», añade.

Finalmente, CERAI pide a las instituciones que, para reducir el desperdicio alimentario, faciliten el acceso al mercado de productos alimentarios locales de calidad, que promuevan una compra pública con unos criterios ambientales y sociales mínimos para la restauración colectiva, impulsen iniciativas de educación alimentaria, apoyen la producción local y revisen el sistema de tributación general para desalentar actividades negativas y premiar la producción y consumo sostenible.