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Cultivar los barbechos: pan para hoy y pobreza para mañana

Con o sin guerras, el autoabastecimiento de alimentos es algo clave para cualquier país: deberíamos centrar nuestros esfuerzos en revisar nuestros cultivos para saber cuáles necesitamos realmente para nuestro abastecimiento interno.

Nuestro sistema de producción de alimentos no se puede permitir una dependencia que nos hace vulnerables, y no sólo porque otros cultiven para nosotros, sino porque, como estamos viendo estos días, dependemos de sistemas de transporte vulnerables y con costes inasumibles. Si algo ha puesto de manifiesto la invasión de Ucrania es que, con o sin guerras, el autoabastecimiento de alimentos es algo clave para cualquier país. La solución que se está proponiendo desde la Unión Europea (UE), y algunos sectores nacionales, es el cultivo de las tierras de barbecho y otras áreas de interés ecológico. La UE ha aprobado ya que estas tierras puedan cultivarse. Sin embargo, la pregunta que nos hacemos es ¿no esto pan para para hoy y pobreza para mañana?

Si el enfoque actual es mejorar nuestro autoabastecimiento el cultivo de los barbechos no solucionará el problema ya que se trata de un problema sistémico. Además, no se habla de qué cultivamos. El gran problema de nuestro país no es el abastecimiento de cereal, sino que la Unión Europea depende en más de un 90 % de proteína extranjera, fundamental para alimentar nuestra cabaña ganadera. El problema no es tanto cultivar en más superficie, sino pensar en qué cultivos necesitamos realmente, cuáles son excedentarios, cuáles van destinados exclusivamente a la exportación y cuáles necesitamos realmente para nuestro abastecimiento interno.

Los barbechos son propios de zonas esteparias, ambientes que están siendo transformados a un ritmo altísimo como resultado de la intensificación agraria, la implantación de cultivos leñosos y, más recientemente, la construcción de parques solares y eólicos. En otras zonas, los cultivos tradicionales quedan abandonados y son cubiertos por áreas de matorral o bosque. Ningún otro ambiente está sufriendo una alteración similar en nuestro país. Como resultado de estos procesos, las poblaciones españolas de aves esteparias como el sisón han sufrido una disminución catastrófica de más del 50% en las últimas décadas. Patrones similares de disminución se han detectado en otras aves esteparias, con mermas de un 25 a un 50% en gangas, ortegas, cernícalos primillas y aguiluchos cenizos. Estos números reflejan lo que está pasando con las aves, siendo un grupo especialmente fácil de censar, por lo que podemos deducir declives similares en las plantas e invertebrados que viven en estos ambientes y cuya situación es mucho menos conocida. Del mismo modo, la roturación excesiva liberará toneladas de CO2 almacenadas en los suelos hacia la atmósfera. Los barbechos españoles bien manejados son auténticos reservorios de biodiversidad, suelo productivo y carbono, todos ellos componentes básicos de una sociedad moderna.  

Sabemos que el aumento de la presión sobre estos medios agrarios no funciona. La funcionalidad de los medios agrarios se basa en suelos fértiles, por eso se dejan las tierras en barbecho, para que descansen y el suelo se recupere. La conversión de barbechos en áreas de cultivo permanente implica obligatoriamente el uso de más fertilizantes, con lo que esto implica en el deterioro de nuestros ya dañados acuíferos y en nuestra dependencia de estos productos agroquímicos. La ya mermada diversidad biológica tampoco irá a mejor y con eso seremos más vulnerables a las plagas, perjudicará al agricultor pues la polinización también se verá dañada.

Por todo esto, y aunque la urgencia del momento nos lleve a tomar medidas desesperadas, desde Fundación Global Nature creemos que cultivar los barbechos es pan para hoy y pobreza para mañana. Deberíamos, en cambio, centrar nuestros esfuerzos en revisar qué cultivos necesitamos realmente, cuáles son excedentarios, cuáles van destinados exclusivamente a la exportación y cuáles necesitamos realmente para nuestro abastecimiento interno.