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Una nueva tecnología permite detectar desde el aire olivos infectados por la Xylella antes de mostrar los síntomas

Un estudio internacional, con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado una tecnología novedosa que permite detectar desde el aire olivos infectados por la bacteria Xylella fastidiosa antes de que muestren síntomas perceptibles visualmente.

Mediante cámaras hiperespectrales y térmicas colocadas en aviones, los investigadores han evaluado más de 7.000 olivos durante dos años en una zona del sur de Italia afectada por la bacteria y obtuvieron una fiabilidad en el diagnóstico del 80%. Los resultados del estudio; fruto de la colaboración internacional entre investigadores de España, Italia, Reino Unido, Alemania y la Comisión Europea, han sido publicados ahora en la revista Nature Plants.

Mediante cámaras hiperespectrales y térmicas colocadas en aviones, los investigadores han evaluado más de 7.000 olivos durante dos años en una zona del sur de Italia afectada por la bacteria y obtuvieron una fiabilidad en el diagnóstico del 80%

El investigador del CSIC Juan Antonio Navas, del Instituto de Agricultura Sostenible, en Córdoba, señala que desde que el árbol se infecta hasta que muestra síntomas visuales pueden pasar entre 10 y 12 meses y durante ese tiempo el árbol está aparentemente sano pero los insectos se alimentan de él y pueden propagar la bacteria a árboles sanos. Por eso la detección temprana es esencial para su erradicación". 

La bacteria de la Xylella causa enfermedades incurables en más de 350 especies de plantas, algunas de ellas con alto valor económico para la producción agrícola, como el olivo. Originaria del continente americano, en los últimos años se ha constatado su presencia en diferentes puntos de Europa y Asia, lo que, según los expertos, confiere a esta bacteria un potencial de amenaza global para la agricultura.

Desde su detección en Europa por primera vez en el sur de Italia en 2013, la bacteria ha sido identificada en la isla de Córcega y en la Costa Azul francesa, así como en distintas comunidades autónomas españolas. La primera detección se produjo en noviembre de 2016 en un centro de jardinería de Mallorca y posteriormente se ha comprobado su presencia en gran parte de esta isla, así como en Ibiza, donde ha afectado a cultivos como el almendro, la vid y el olivo y diversas especies típicas de la flora mediterránea. En la España continental, desde junio de 2017 está presente en la provincia de Alicante, donde ha afectado solo por el momento al almendro, y más recientemente, en abril de este año, se ha detectado también en un olivar de la Comunidad de Madrid y en una planta ornamental de un invernadero en la provincia de Almería.

“Aunque un árbol parezca sano, desde que comienza la infección se producen cambios fisiológicos que originan una reducción de su tasa fotosintética y de su transpiración. Lo que se produce es un taponamiento de los vasos del xilema, la degradación de pigmentos fotosintéticos, como la clorofila, así como cambios en la concentración relativa de otros pigmentos como las xantofilas, carotenos y antocianinas. Además, se produce una reducción paulatina de la fluorescencia clorofílica que es potencialmente detectable mediante técnicas de teledetección hiperespectral”, afirma el investigador Pablo Zarco-Tejada, del Joint Research Centre de la Comisión Europea.

Imagen obtenida con sensores hiperespectrales en la zona afectada por Xylella fastidiosa en sur de Italia (Pablo Zarco-Tejada)

 

Los sensores hiperespectrales y térmicos instalados a bordo de aviones, tanto tripulados como no tripulados, detectan en cada árbol esos cambios fisiológicos, que después son interpretados mediante algoritmos de aprendizaje automático y modelos físicos. Esos indicadores permiten a los investigadores determinar, para cada árbol de la imagen, si está sano o enfermo, independientemente de que en el campo muestre síntomas visuales o no.

“La adopción de este tipo de métodos ayudaría a monitorizar grandes zonas afectadas por Xylella fastidiosa, y especialmente zonas teóricamente no afectadas para detectar posibles árboles enfermos y adoptar así medidas de control de la enfermedad en sus primeros estadios, ya que una vez establecida es muy difícil controlarla. Además, el método es aplicable a otras enfermedades y a otros cultivos, como el almendro” concluye el investigador del CSIC, Juan Antonio Navas.