AIMPLAS alcanza un impacto social de 686 millones de euros en 2023 y reduce su huella de carbono un 74%
La actividad de AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, ha generado un impacto social de 686 millones de euros en 2023.
La actividad de AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, ha generado un impacto social de 686 millones de euros en 2023.
Desde este miércoles, 3 de julio de 2024, todos los envases de bebidas de hasta tres litros que estén en tiendas y supermercados deben incorporar mecanismos para que sus tapones permanezcan en todo momento unidos a las botellas. Se trata de un cambio que ya está presente desde hace meses en muchos productos, y que ha generado una nueva forma de consumo que algunos califican de molesta, pero cuyo fin es, entre otros, proteger al medio ambiente.
El sector agroalimentario tiene entre sus grandes retos el de disminuir el uso de pesticidas de origen químico a la hora de luchar contra las bacterias y las plagas. En este punto, uno de los grandes aliados es el biocontrol, una alternativa sostenible para el tratamiento de enfermedades en plantas, ya que garantiza la salud del suelo y del agua de forma segura al no dañar a otros organismos, también destaca por su durabilidad y su eficiencia a largo plazo.
Cada año acaban en los océanos alrededor de 640.000 toneladas de redes de pesca perdidas o abandonadas. Al mismo tiempo, se estima que en Europa se generan aproximadamente 7,5 millones de toneladas de residuos textiles anualmente. Las redes de pesca suponen uno de los principales problemas ambientales en relación con los residuos marinos y los residuos textiles constituyen uno de los flujos de residuos de origen doméstico más voluminoso. En ambos casos, no existen en España modelos de recogida, gestión y tratamiento eficientes y completos para estos dos tipos de residuos.
Desarrollar nuevos productos de plasticultura de alto valor añadido para el sector agroalimentario a partir de subproductos agrícolas, potenciando la economía circular. Éste es el objetivo de AGROVAL, un proyecto que permitirá dar una segunda vida a residuos hortofrutícolas, restos vegetales de la producción del aceite y films agrícolas al final de su vida útil en forma de nuevas aplicaciones de plasticultura sostenibles para el campo.
AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, ha desarrollado para el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) más de 2.000 sacos para alimentos y productos de primera necesidad más sostenibles y duraderas, a partir de la incorporación de aditivos en estructuras multicapa basadas en textil de rafia, los cuales alargan la vida útil de la bolsa, haciéndolas a su vez más sostenibles gracias a la incorporación de, en algunos casos, material reciclado.
La gestión y el tratamiento de residuos lignocelulósicos, es decir residuos vegetales de la agricultura y la silvicultura es un tema importante debido al gran volumen que se genera en el sector agroalimentario, de la madera y el mueble. El método más común utilizado hasta ahora ha sido el vertido en vertederos, algo que no es sostenible a largo plazo y tiene impactos negativos en el medio ambiente y la salud.
AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, está trabajando en el desarrollo de nuevas espumas para cultivos hidropónicos sostenibles a partir de plumas de ave en el marco del proyecto UNLOCK, una iniciativa que ha recibido financiación del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.
Se estima que la industria española del vino genera entre 2 y 3 millones de toneladas por año de subproductos derivados de la poda de la vid, el deshoje de racimos y el prensado de la uva, como sarmientos, raspones y hollejos. Tradicionalmente, estos productos de desecho han sido utilizados como fertilizantes, biomasa o se han derivado a otras industrias para la obtención de alcoholes o bioetanol.
Hidrogeles a partir de algas para una mejor gestión del agua, films agrícolas biodegradables que contribuyen al crecimiento de la planta mientras se descomponen y films térmicos para el aumento del rendimiento de los cultivos. Estos son los tres productos naturales de plasticultura en los que está trabajando AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, para aportar soluciones al creciente problema del empobrecimiento del suelo.
España es el tercer productor europeo de hongos. Cuando el cultivo de este alimento ha finalizado, el sustrato queda “agotado” para continuar con una producción industrial. Este sustrato postcultivo se convierte en un residuo que supone un gran desafío para los cultivadores. Además, los films acolchados que se emplean en la actualidad en el cultivo de champiñones y setas requieren de un costoso reciclado.
El proyecto europeo AZMUD, coordinado por AIMPLAS, llega a su fase final y en su última anualidad, se comenzará la fase de validación en invernaderos piloto establecidos en España, Jordania y Egipto. Las nuevas tecnologías desarrolladas por los socios del proyecto se aplicarán y se monitorizarán sobre los cultivos durante un período de 4 meses, con el fin de mejorar el rendimiento y reducir los costes de producción en los invernaderos de la zona Mediterránea hasta en un 15%.
Tras dos años de trabajo, el proyecto BIOMAC podrá ofrecer sus servicios a las pequeñas y medianas empresas europeas, así como centros de investigación que trabajen con nanomateriales de origen natural. BIOMAC es un proyecto Horizonte 2020 que ha creado un ecosistema de pruebas de innovación abierta, un entorno de colaboración en el que las tecnologías y soluciones emplean nanomateriales de origen natural y se escalan y preparan para su aplicación en mercado.
La mariposa Lymantria dispar (L.) (Lepidoptera: Erebidae), comúnmente conocida como «lagarta peluda» es una especie autóctona que infesta los bosques de robles del sur de Europa, Asia y África. Representa un gran problema medioambiental, puesto que se trata de un voraz depredador que defolia árboles enteros y ocasiona problemas de salud en humanos y animales, como alergias o irritaciones cutáneas.
Las podredumbres causadas por hongos son la principal causa de pérdidas postcosecha de los cítricos. Además, la presencia de patógenos fúngicos de cuarentena puede ser un motivo de rechazo de las frutas importadas o un obstáculo para su exportación. El proyecto europeo BiOrangePack, del que AIMPLAS forma parte junto a otros 13 socios, pretende superar este problema desarrollando un novedoso recubrimiento bioactivo basado en los residuos de la pulpa, derivados de la transformación de la naranja, que permite reducir la putrefacción por hongos.
La toma de medicamentos puede ser un verdadero desafío para personas con disfagia, esto es, un trastorno de deglución que les hace difícil poder tragar alimentos o líquidos. También puede suponer una dificultad para personas con edades avanzadas, niños u otros grupos de población con dificultades de deglución. Para que esta actividad tan necesaria no sea un impedimento para nadie, AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, trabaja con el proyecto DEGLUMED.
La captura de CO2 ambiental en zonas urbanas es uno de los mayores retos actuales. La principal complejidad de ello radica en que aproximadamente la mitad de las emisiones actuales están deslocalizadas, ya que proceden de múltiples fuentes: transporte, pequeñas industrias, calefacción, granjas agrícolas, etc. Esta dispersión del CO2 en la atmósfera hace que su contenido sea muy bajo y se diluya, por lo que extraer de manera eficiente este CO2 diluido se convierte en un desafío tecnológico muy costoso que requiere mucha energía.
AIMPLAS, Instituto Tecnológico del Plástico, ha celebrado hoy el acto de inauguración de unas nuevas instalaciones con las que ha ampliado su infraestructura en el Parque Tecnológico de Valencia y al que han asistido el conseller de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo, Rafael Climent, el alcalde de Paterna, Juan Antonio Sagredo, así como otras autoridades y representantes del mundo empresarial.
Los envases multicapa o multimateriales están muy presentes en nuestro día a día. Y es que las estructuras multicapa basadas en plástico se utilizan por las propiedades singulares que proporcionan, como el sellado, la estabilidad estructural y térmica, la posibilidad de impresión o la impermeabilidad. Además, reducen el peso de los envases, suponen un ahorro económico y ambiental en su fabricación y transporte, y, en el caso de los alimentos, garantizan su seguridad y evitan su desperdicio.
La demanda de alimentos con formato convenience, esto es, aquellos platos ya envasados cuya sencilla preparación y su consumo pueden hacerse en la mayoría de los casos en el propio envase para ahorrarnos tiempo, continúa al alza, debido al ritmo de vida actual que ha cambiado nuestros estilos de vida. En este contexto, el envase tiene un papel crucial para garantizar la seguridad alimentaria y evitar la degradación o contaminación del alimento.