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Los bancos y las personas mayores

* Patricio Simó. 

La estrecha relación que existía hace unos años entre el cliente y el banco ha desaparecido por completo. Antes las entidades financieras eran otra cosa bien distinta. A los clientes se les atendía con absoluta educación y cordialidad. No había cajeros ni horarios para pagar los recibos. Ibas directamente a caja a hacer los reintegros o a ingresar el dinero y siempre eras atendido. Incluso si contratabas un producto del banco salías con una vajilla, un albornoz o un televisor.

Con la digitalización, las personas mayores lo tienen cada vez más difícil. No han sido capaces de ponerse al día con las nuevas tecnologías. Para solucionar estos problemas surgió una plataforma liderada por un médico valenciano que consiguió atraer mucho interés tanto por parte de las entidades financieras que se ofrecieron a solucionar el problema como parte del Gobierno. La propia ministra de Economía Nadia Calviño se comprometió a mediar para dar una solución.

Ni unos ni otros han hecho absolutamente nada para solucionarlo. No hay oficinas bancarias. No hay personal. Todo debe hacerse a través de los cajeros automáticos o de las páginas webs de las entidades financieras, pero los bancos siguen cobrando cuantiosas comisiones por el mantenimiento de cuentas. No hay atención al cliente y menos para las personas mayores.

Los bancos siguen acumulando beneficios exorbitados, 20.850 millones de euros en 2022, un 28% más que el año anterior. Ello no les ha impedido cerrar sucursales y despedir empleados.

Los bancos tienen recursos y medios suficientes para atender a las personas mayores tal y como se merecen, sin escatimar recursos. Hasta ahora lo único que se ha conseguido es que cuando llamas por teléfono por un tema urgente, las personas mayores de 65 años tengan un acceso más rápido con el operador.

Los grandes perdedores siguen siendo los clientes que pagan más por sus hipotecas y más por tener el dinero en el banco, sin que a pesar de la subida de tipos, ofrezcan productos para bonificar el ahorro, como eran los plazos o los depósitos y no lo hacen porque ahora mismo los bancos tienen liquidez de sobra y no necesitan dinero.

Antes nuestro dinero lo empleaban los bancos para conceder préstamos, hipotecas o créditos. Ahora, además, se da la circunstancia de que se ha reducido la competencia, con lo cual son cuatro o cinco entidades financieras las que dirigen el pastel, imponiendo sus criterios, después de que algunas absorbieran cajas de ahorro y bancos pequeños a coste cero. Antes había muchas más entidades financieras y era más fácil que alguna sacara algún producto para atraer pasivos y remunerar las cuentas. Ahora ejercen una especie de oligopolio.

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