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Topar la cesta de la compra

* Patricio Simó.

El Gobierno ha ido tomando medidas para paliar los efectos de la guerra de Ucrania. Lo hizo primero con el gas y la electricidad, poniendo un tope al precio y reduciendo el IVA y lo ha hecho también con los combustibles, bonificando con veinte céntimos el litro de gasolina y gasoil. Solo esta última partida ha tenido un impacto en las cuentas públicas de 6.000 millones de euros.

Una medida que se aplicó con carácter general y de manera transitoria, que finaliza el 31 de diciembre y que el Gobierno  tiene intención de  prorrogar unos meses más para sectores estratégicos de la economía como el transporte, la pesca o la agricultura. Sin embargo, hay muchos autónomos que no están encuadrados dentro de estos sectores, pero que utilizan el coche a diario para poder desempeñar su trabajo, que no podrán seguir beneficiándose de estas ayudas. Pienso, por ejemplo, en los comerciales de muchas empresas que tienen que recorren cientos de kilómetros para visitar a sus clientes.

El siguiente reto que tiene por delante el Gobierno es cómo contener el elevado precio de los alimentos que han subido una media del 15%, pero algunos tan básicos como la harina, los huevos, la leche o el azúcar lo han hecho más del 50%.

Es verdad que la inflación se ha contenido respecto a hace unos meses cuando llegó al 11% y es ahora mismo la más baja de la UE, solo por detrás de Francia, pero la inflación subyacente, es decir, aquella que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los productos alimenticios sin elaborar, que es la que afecta básicamente a la cesta de la compra, no ha parado de crecer.

Si a eso unimos que los salarios, lejos de aumentar en la misma proporción, se mantienen o han subido muy poco; las familias pierden poder adquisitivo y eso hace que muchas lo tengan muy complicado llegar a final de mes.

Topar que es un verbo que está muy de moda, la cesta de la compra para productos de primera necesidad fue una iniciativa que lanzó la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Alguna gran superficie alimentaria, cuyo nombre no mencionaré pero que todos tenemos en la cabeza lanzó una de estas cestas que contenía un popurrí de productos.

Otras propuestas van en la línea de poner un impuesto a los beneficios de las grandes superficies de la distribución, como se ha hecho con la banca y con las empresas energéticas.

Otras van en la dirección de un pago directo desde dar un cheque de 200 euros o una ayuda económica similar a las familias más vulnerables que peor lo están pasando durante la crisis.

El problema de topar los alimentos básicos como los huevos, la harina, la leche o el azúcar es que al final quien va a pagar los platos rotos es el agricultor o el ganadero, que ya vende sus productos muchas veces por debajo del precio de coste.

Gravar con más impuestos los beneficios de las empresas que se están aprovechando en cierta manera de la crisis para subir los precios de los productos, quizá sea la más acertada desde un punto de vista humano, pero llevarla a la práctica puede generar muchos problemas porque va en contra de la libertad de mercado y sería inmediatamente recurrida por las empresas afectadas que no van a renunciar a sus beneficios empresariales y que ya pagan un impuesto por ello.

Pero lo que es evidente es que el Gobierno tiene que hacer todo lo posible para aliviar la situación de muchas familias.

La inflación, como señalan muchos expertos va a seguir al alza el próximo año. Habrá más subidas de los tipos de interés por parte del BCE para contener la inflación, con lo cual las hipotecas van a seguir subiendo, salvo para aquellos que las tengan contratada a tipo fijo, pero la mayoría son a tipo variable.

La guerra de Ucrania se promete larga. No hay muchos elementos que nos hagan mirar el futuro con cierto optimismo.

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