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Las tormentas de verano: un peligro para los agricultores

* Patricio Simó.

Ayer martes me pilló la tormenta de pleno labrando el majuelo que acabo de plantar. Por suerte pasó de largo. Sobre las ocho de la noche comenzó a llover con fuertes rachas de viento. El cielo ennegreció en un momento. Parecía que hubiera llegado el fin del mundo. Las gotas que caían sobre el tractor eran cada vez más gordas, lo que no presagia nada bueno. Los rayos no daban tregua. Cayó granizo muy cerca. Los rayos apuntaban hacia Villena, también en Muro de Alcoi, Cocentaina y Agres hubo una buena granizada.

Los agricultores andamos con un ojo puesto en el cielo y con el otro en la libreta echando cuentas para ver si nos salen los números. Y cada vez resulta más complicado cuadrarlas para no perder demasiado dinero.

Quedan todavía un par de meses hasta que llegue la vendimia que son realmente peligrosos. Los racimos están ya formándose y cualquier daño que puedan sufrir puede echar por tierra toda la cosecha. Todo un año trabajando el campo y en cuestión de minutos o segundos todo ese trabajo se puede ir al garete. Estamos, por tanto, en unos meses muy delicados para la viña.

De momento, la uva está sana y se prevé una buena cosecha, tanto en calidad como en cantidad, pero como siempre estamos a merced del tiempo y eso siempre es una incógnita y más en los tiempos que corren donde proliferan las DANAS. Las tormentas de verano suelen ser bastante peligrosas porque no siempre van acompañadas de agua.

La campaña del almendro ya se da por pérdida, y lo mismo cabe decir del cereal por el excesivo calor, tras una primavera lluviosa que hacía presagiar una buena cosecha, pero que al final ha dado al traste con las buenas previsiones iniciales. Tampoco las altas temperaturas han sentado bien al olivar. Los turbos van haciendo su trabajo para evitar la proliferación de plagas. Cada vez hay que hacer más tratamientos porque las enfermedades que desarrollan son más resistentes a los productos que echamos.

Pero, además, aparecen nuevas plagas y nuevos hongos, que no se pueden combatir de manera eficaz, como es el caso de la xylella fastidiosa en el almendro o el cotonet en el naranjo. Plagas que vienen de otros países ante la falta de control donde se permite la entrada de productos que no han pasado los oportunos controles sanitarios que sí se exigen al resto de países europeos.

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