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Variedades autóctonas: volver al origen

* Patricio Simó.

Muchas bodegas de la zona de Terres dels Alforins como es el caso de Rafa Cambra, Pablo Calatayud, Javi Revert o Antonio Arráez están apostando desde hace tiempo por las variedades autóctonas en detrimento de las foráneas, elaborando unos vinos magníficos.

Es el caso de variedades algunas casi desaparecidas como la mandó, la forcallá, la arcos o la propia monastrell, tantas veces denostada, a pesar de los grandes vinos que salen de sus racimos por poco que los mimen. Muchos hemos cometido el error, yo al menos, de apostar por variedades francesas porque el mercado demandaba ese tipo de uva, y las pagaban mejor que el resto, sin darnos cuenta realmente del patrimonio vitivinícola que teníamos en casa y que poco a poco hemos ido acabando con él.

Con el tiempo me he dado cuenta de que ha sido una gran equivocación el cambio de vaso a espaldera. La única ventaja de la conducción en espaldera es la rapidez de la vendimia. De la otra forma necesitas cuadrillas de trabajadores para las labores de vendimia y falta mano de obra en el campo, así que todo lo que puedas hacer por medios mecanizados, supone menos mano de obra y consecuentemente menos gastos fijos. Por lo demás, el mantenimiento es mucho más costoso: subir y bajar hilos; rotura de postes centrales, y esquineros que hay que cambiar y reponer… Tampoco te permite seleccionar los racimos, cómo sí hacemos con la vendimia en vaso, no recogiendo els cabrerots, esos pequeños racimos verdes, que restan grados a la uva. En la espaldera no hay posibilidad de seleccionar los racimos verdes de los más maduros y todo va al mismo remolque.

Ahora con la nueva plantación que voy a hacer, tengo la posibilidad de rectificar y no volver a cometer los mismos errores de antaño. Debido a una mala selección que hice en su momento, me he visto obligado a arrancar cerca de diez hectáreas de syrah que planté en 2008. Son dos parcelas de 1,50 hectáreas y 7,35 hectáreas, respectivamente. En la primera voy a plantar garnacha tintorera, que es una variedad autóctona muy productiva y bastante resistente a las plagas. Hace tres años planté esa misma variedad y esta campaña he hecho la primera vendimia con buenos resultados de producción y de calidad. Y eso que es una uva a la que le cuesta coger grado.

En la otra parcela de 7,35 hectáreas de momento voy a dejarla descansar unos años, sembrando cereal para que descanse la tierra hasta que me decida a plantar de nuevo. Seguramente me decantaré por una variedad blanca. Posiblemente macabeo. Se vendimia pronto y es muy resistente a las heladas y a las sequías, aunque también es muy sensible a las plagas.

Algunas bodegas deberían replantearse volver a primar variedades como la merseguera, la verdil, la macabeo, bonicaire o la propia monastrell, al igual que han hecho con la garnacha tintorera o la tempranillo, mejorando las liquidaciones que perciben los socios. La única manera de que el agricultor vuelva a plantar estas variedades es percibiendo un precio justo por ellas.

Lo que no puede ser es que algunas de estas variedades antes mencionadas sigan pagándose a unos precios que muchas veces no cubren los costes de producción, de ahí que muchos agricultores se hayan visto obligados a arrancarlas. No puede ser que una variedad como la verdil se pague a 0,20/0,30 céntimos, mientras una francesa se pague el doble. El mercado está inundado de cabernet y syrah, vinos que no aprecias a diferenciar porque son muy similares, mientras que cada vez más el consumidor de vino apuesta por la diferenciación y variedades más asociadas con el terruño. El ejemplo de muchas bodegas de Terres dels Alforins es el modelo a seguir.

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