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Los regantes defiende las obras de regulación en el diseño del Plan Nacional contra la Desertificación

La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) plantea que en el diseño del recientemente anunciado Plan Nacional contra la Desertificación se tenga en cuenta la importancia de las obras de regulación a la hora de mitigar las sequías, que en los últimos 50 años ha provocado la muerte de 650.000 personas.

Al menos, según los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que indica que los desastres relacionados con el clima se han multiplicado por cinco desde los años 70 como consecuencia, fundamentalmente, del cambio climático, lo que ha provocado más de 2 millones de muertes y 3,64 billones de dólares en pérdidas económicas.

Pues bien, en la antesala del Día Internacional contra el Cambio Climático, FENACORE recuerda que tras las sequías; las tormentas -que han ocasionado más de 570.000 muertes- y las inundaciones -que han provocado más de 58.000 muertes- son los principales desastres meteorológicos frente a los que las infraestructuras hidráulicas pueden paliar las consecuencias, al permitir transportar el agua de las lluvias torrenciales hacia las cuencas deficitarias.

74% de zonas secas

En este contexto, los regantes sostienen que la desertificación se ha convertido en uno de los mayores problemas ambientales, al afectar al 37% de la superficie terrestre del planeta e impactar sobre 3.000 millones de personas, tal y como expresó la vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en la jornada donde se anunció este Plan Nacional. En el caso concreto de España, según el MITECO, nuestro país cuenta con un 74% de zonas secas y con más de 9 millones de hectáreas catalogadas como de riesgo alto o muy alto de desertificación.

Asimismo, FENACORE afirma que el regadío es esencial a la hora de combatir la desertificación porque genera una cubierta vegetal verde que frena la erosión y el avance del desierto. Es una solución sostenible que perdura, da vida y moldea el territorio, crea paisaje y, a la postre, patrimonio cultural.

De igual modo, destaca algunos beneficios de los cultivos de regadío en el ecosistema, ya que contribuyen a la calidad del aire por la absorción del dióxido de carbono, usan las aguas regeneradas contribuyendo a una economía circular (reutilización de nutrientes), previenen la erosión y mantienen la fertilidad del suelo.