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Preocupación en el campo ante la sequía

* Patricio Simó.

El tema de conversación en el bar es la sequía y la pregunta que ninguno es capaz de responder es: cuándo lloverá. Los pronósticos para los próximos días, incluso semanas, no son nada buenos. A la falta de lluvia se une unas temperaturas extremadamente altas que llegan a superar los 30 grados y que convierten al campo en un auténtico secarral.

Afortunadamente, los meses de marzo y abril del año pasado fueron muy lluviosos, superándose los 350 litros y eso nos está permitiendo soportar mejor la sequía que otras comunidades autónomas, donde la situación es ya de extrema gravedad, como en Cataluña o Andalucía. Sin embargo, las reservas hídricas se están acabando y los cultivos empiezan a pasarlo mal como el almendro o la vid.

Desde el Gobierno se ha anunciado un plan nacional para luchar contra la sequía dotado de 450 millones de euros mediante ayudas fiscales y financieras que han sido calificadas de insuficientes por las asociaciones agrarias que reclaman más ayudas directas a los agricultores para paliar los efectos de la sequía, que ya ha dejado pérdidas del cien por cien en los cultivos del cereal de invierno como la cebada, el trigo o la avena. En grandes zonas productoras como Castilla y León se ha perdido toda la cosecha.

La reserva hídrica española está actualmente al 44,1% de su capacidad total, el nivel más bajo desde 1995. El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ha explicado que las precipitaciones en el último año hidrológico, que comprende desde el 1 de octubre al 1 de marzo, se han reducido en un 40% respecto a las series históricas, y han disminuido hasta un 60% en las cuencas del Guadalquivir y del Guadiana. Habría que remontarse muchos años atrás para conocer una situación parecida de extrema sequía.

Los agricultores no solo tienen que hacer frente a unas condiciones climatológicas adversas que pueden echar a perder toda su cosecha y el trabajo de todo un año sino también a unos elevados costes de producción que hacen inviables muchas explotaciones agrícolas. No es de extrañar que cada vez haya más hectáreas de superficie de cultivo abandonadas. La Comunidad Valenciana encabeza este ranking con 165.000 hectáreas de cultivo abandonadas. Cada año se abandonan en la Comunidad Valenciana, 3.300 hectáreas.

Unos datos que deberían hacernos reflexionar a todos, pero, sobre todo, a los poderes públicos para que ayuden al sector primario, haciendo cumplir la cadena alimentaria que prohíbe vender por debajo del precio de coste, algo que sigue sin cumplirse, y defendiendo en Europa a nuestros agricultores y ganaderos, evitando las importaciones masivas de terceros países que no cumplen con los requisitos sanitarios que sí cumplen nuestros agricultores cuando exportan su producción.

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