Los agricultores se echan a la calle
* Patricio Simó.
Tras los protestas en media Europa con especial incidencia en Francia, los agricultores españoles han salido a la calle con sus tractores para que se atiendan sus reivindicaciones ante la mala situación que atraviesa el campo español.
La falta de rentabilidad de muchas explotaciones agrarias, como consecuencia de los elevados costes de producción condenan al sector primario a una difícil supervivencia mientras no cambien las políticas agrarias europeas que no hacen sino estrangular aún más a los agricultores y ganaderos.
Medidas tan sensatas y justas como que se aplique la reciprocidad en todos los acuerdos comerciales de la UE con terceros países, mayores controles fitosanitarios de las producciones procedentes de países extracomunitarios o el cumplimiento de la Ley de la Cadena Alimentaria que prohíbe vender a pérdidas.
Las reglas y las normas deben ser iguales para todos, independientemente del país de origen. No puede ser que a un agricultor francés, español o italiano se les exija el cumplimiento de una normativa medioambiental y fitosanitaria, muy estricta, mientas que otros países entran sus productos por los puertos, sin ningún tipo de control sanitario. Esto no afecta solo a la competencia entre países sino que propicia que lleguen plagas procedentes de otros países, como ya ha ocurrido con la Xylella fastidiosa o el Cotonet.
Las leyes no pueden hacerse desde los despachos con un desconocimiento absoluto del mundo rural. Se quiere fomentar que el agricultor triture los restos de poda para evitar las quemas agrícolas. El agricultor tiene dos opciones: o bien contratar este servicio o comprarse una máquina trituradora que ronda los 20.000 euros. Es decir, más costes. Todo esto en un contexto de más burocracia y menos ayudas. Se prohíben productos fitosanitarios por considerarlos peligrosos para el medio ambiente sin ofrecer alternativas al uso de estos productos.
Europa debe escuchar la voz de agricultores y ganaderos porque está en juego el futuro de muchas familias y la supervivencia de un sector que es fundamental porque sin alimentos nadie subsiste.