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Malas noticias para el campo

* Patricio Simó.

Los agricultores siguen a la espera de que lleguen las primeras lluvias para poder sembrar sus campos, que ya deberían empezar a verdear en esta época del año, aunque las previsiones no son nada optimistas y no señalan agua en las próximas semanas. El año pasado los agricultores también retrasaron las siembras, sobre todo, de girasol ante la falta de lluvias. Otros optaron por dejar sus campos en barbecho.

Los agricultores de Castilla y León, principal zona productora de cereal del país, han denunciado que el precio del cereal está 100 euros la tonelada por debajo del precio del año pasado debido a la entrada masiva de cereales importados de terceros países, a pesar de haber habido una cosecha muy corta, como consecuencia de la sequía y de las olas de calor del verano.

Desde las asociaciones agrarias se pide que se detenga la entrada masiva de cereales importados que ponen en peligro las explotaciones agrarias nacionales ante la falta de rentabilidad que arrastran por los bajos precios.

También exigen que se cumpla con la ley de cadena alimentaria que prohíbe vender por debajo del precio de coste. Normativa que sigue sin cumplirse, como tampoco se cumple la referida a la obligación de las bodegas de comunicar al agricultor el precio por kilo de uva que percibirá antes de la descarga en bodega, así como las condiciones de pago. Esta situación absolutamente anómala en cualquier otro sector de nuestra economía hace que el agricultor venda muchas veces sus productos, sin saber previamente el precio que recibirá finalmente. Esto coloca al agricultor en una posición de absoluta indefensión frente a los grandes lobbies que controlan el mercado, que en el caso del cereal es muy especulativo.

En clases de economía recuerdo que nos hablaban de la ley de la oferta y la demanda, es decir, cuando había una situación de poca oferta, lo normal es que los precios subieran y a la inversa, mucha demanda, precios bajos.

En la agricultura no ocurre esto. Frente a producciones cortas o escasas como ha ocurrido con el cereal o la almendra, los precios lejos de subir, bajan.

Y es aquí donde las instituciones europeas y los gobiernos de cada país deberían actuar con mayor firmeza, defendiendo los productos nacionales frente a las importaciones masivas de terceros países que entran sus productos por los puertos, sin ningún tipo de control y que muchas veces, como en el caso de los cítricos vienen asociadas a plagas como el cotonet o la avispilla o la Xylella fastidiosa en el almendro.

 

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